12 Microcuentos
-Sumando palabras-
1
Dentro del trance
Jugó y la
hicieron perder.
2
Por una milésima de segundo
El robot araña, calculó la
distancia, mientras que la tecnología en HD, preparaba el zarpazo. El hombre,
fastidiado, agitó bruscamente su brazo y la mosca le ganó a la ciencia.
3
Desquicio
Los fantasmas acechaban todas las noches en la casa de los hermanos Antúnez. Los ancianos, atemorizados, desde hace años, por las extrañas apariciones llamaron al cura párroco para que finalmente, les diera su bendición, cuando éste, llegó, encontró dos sabanas blancas en el piso, pero los hermanos ya no estaban.
4
Karma
La tumba permanecía abandonada. Hace años contaban que,
solía venir una niña, a dejar cartas, lloraba largamente y luego desaparecía.
Era extraña, llevaba el cabello encanecido. “Tal vez se cansó de visitar la
casa donde se aloja la muerte”, pensó el guardián. –Ayer, sobre la lápida,
encontré una esquela, estaba reluciente -le dijo al sepulturero-, pero fechada…
80 años atrás. Y cuando leí, decía…: “Por qué no me dejaste nacer?”
5
30 minutos
Los pájaros negros, solían tener dominio sobre la aldea, llegaban puntuales,
cuando la primavera estallaba en flor, para luego desaparecer dejando estelas,
dibujos indescifrables en el aire. La gente del poblado entraba en pánico,
temerosas por las bestias que planeaban, emitiendo un sonido altamente
destructivo. Los animales del lugar, caían en estado de inconsciencia, como si
el insólito suceso provocara la falta de oxígeno.
—Corten! -anunció el director-.
La comunidad ficticia comenzó a salir de su atrincheramiento y los
asistentes dejaron de accionar los controladores de las naves negras.
6
A salvo de
olvidos
La obsesión
me caracterizaba. Como todas las noches preparé
las monedas, para el pago exacto del peaje, las deposité sobre la mesa.
---Será posible! -grité- cuando vi el reloj detenido. Me levanté
de prisa, tomé el portafolio rumbo al trabajo. La autopista parecía una colonia
de hormigas. Quedé ubicado en tercera fila, “siempre fue en primera” -pensé
malhumorado-, mientras me preguntaba cuánto tiempo más duraría la pesadilla.
Cuando llegó mi turno comprobé que había olvidado el cambio. Listo a lanzar la
puteada, busqué un billete, pero la ola de fuego me acalló. Las dos primeras
hileras de autos eran abrasadas. El avión que acababa de despegar del aeropuerto, impactaba sobre ellas.
7
Engendros verbales
“Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos“
para escarnecer a mis sueños enfermos“
Alejandra
Pizarnik
La policía
llegó al departamento debido a una anónima denuncia. Los uniformados derribaron la puerta, fueron
recorriendo todas las habitaciones. El ambiente era espectral, un jaula con
pájaros, agonizaban, picoteando por la libertad, sin embargo no había ninguna
señal que indicara un delito, sólo cuadernos y barbitúricos, desparramados por
todos lados. —Esto debe ser una broma de algún loco!,
-comentó indignado el oficial-. Instantes antes de marcharse, una hoja manchada
y arrugada sobre la mesa, les llamó la atención. El escrito parecía temblar. El
sargento limpió la suciedad para poder vislumbrar lo que decía:“He decidido ejecutar
a la palabra… Yo, Alejandra!”. Estiró el papel, y las letras
volvieron a acomodarse. Cuando la dueña regresó, tomó nuevamente la lapicera e intentó
escribir, pero el papel ya no respondía, ella, tampoco.
8
Opus Dei
Un sentimiento de piedad se dibujó en el rostro del
monje. Toribio, había venido desde lejos, casi desde el fin del mundo, con la
misión de habilitar una escuela, donde los chicos pudieran estudiar, intentando restablecer el orden natural de
las cosas, sensaciones que, parecían lejanas. “El hambre es primo hermano de la
pobreza”, pensó, mientras miraba a un joven,
a quien se le agigantaban, de forma desmesurada, los ojos. La aldea se
encontraba habitada por familias, donde la falta de oportunidades escaseaba.
Los campos, antes fértiles, habían sido totalmente devastados por un vendaval
que se llevó hasta los sueños. Las lluvias, incrementadas por los vientos,
desmantelaron las viviendas, Todo era llano, sin embargo algo latía más abajo,
cuando Toribio se acercó y emitió una oración, la Pachamama resurgió,
abriendo pétalos de esperanza y los sembrados crecieron inopinadamente. El
muchacho de mirada escrutante, se había esfumado, la cruz, aún permanecía.
9
El reloj
despertador se quejó. A las nueve, decía
el papel, sujeto con imán sobre la puerta de la heladera. ––Para que tenés
agenda? -protestó mamá- si todo lo colgás de ahí!. ––Es lo que mejor funciona
-respondí-, mientras me asomaba a la ventana a comprobar el tiempo. Tomé la
vereda ancha, apuré el paso, llegaría sobre la hora. La mañana era sombría o me
lo pareció, al toparme con las ramas de un viejo sauce que, se mecía
acompasadamente. “Después de una tormenta, caen aves, heridas”,-decía el
abuelo-. Ahí estaba, inerte, arrinconada
junto al tronco. La tomé entre las manos, una de sus alas se hallaba rota.
Recordé a Tulio, el pajarero. Deprisa llegué hasta su local. Le pedí prestada
una jaulita para ponerla a salvo.
Proseguí camino. La sala de la clínica se encontraba repleta. Los
pacientes giraron en torno a mí, pensé en la paloma, y lo que esas mentes
estarían imaginando. El analista, con ficha en mano, salió
del consultorio, y sentenció ––Paloma
Ruiz, adelante!.
10
Los indignados
La
manifestación marchaba hacia puntos estratégicos. La voz cantante la llevaba
los golpes, asentados que, resonaban sobre cacerolas, tarros y cualquier
elemento metálico que sirviera para expresar el repudio de los indignados. Las
banderas y pancartas se desplegaban en alto, dispuestas a sobrellevar el paso
despacioso y apiñado de la gente que, se dirigía como una gran marea humana por
la defensa de sus derechos. –Basta de estafas!, dijo un anciano, estamos hartos
de la corrupción!. –No! a la reforma judicial, agregó un joven, con un disfraz
de lo más elocuente. –Justicia para todos ellos!! -reclamó una madre por los hijos muertos-, al
instante que las demás mujeres, cubrían sus cabezas con un pañuelo blanco,
adhiriéndose al duelo. Todo era señal de protesta. Ella… la señora gobernante,
no tuvo mejor idea que desoírla, un viaje programado, fue su mejor excusa. La
huída dejó los trapos sucios que, la gente se encargó de ventilar. –A fin de
cuentas nadie se salva!, dijo un señor; otro, de mediana edad, vestido con
uniforme azul del correo, asintió, acotando: “La vida, tarde o temprano, se
encarga de pasar la factura, debajo de la puerta…”
11
Corazón
Él, se
mantenía absorto, frente al cristal de la pc, embobado en juegos
virtuales. Las vacaciones preludiaban
los vientos del aburrimiento, lógicos para mi!. Le propuse salir a caminar. La
playa era una provocación. El sol brillaba afuera, y el sendero de ripios se
ofrecía como una tentadora alfombra desde la ventana de la sala, donde las
gemas cobraban ese vuelo imaginario, tan perseguidos por mi esencia soñadora.
Me respondió que no iba, que se quedaba a derribar naves. Me faltan puntos- me
dijo- para salir victorioso en la batalla naval. Traicionas tu flota para
hundir un barco, o hundes
tu barco y
traicionas tu flota? - pregunté irónicamente-, pero él siguió sin inmutarse
ante mi comentario, con la vista al frente, con estrategias… pero sin tácticas.
Yo sabía que salía a buscar algo, pero… que…?. Tengo miedo de morir y no
sentir, como el amor me abraza- me dije, en silencio-. Ahí, estaba, sobre el
camino, rosada y blanca, de acorazonada forma, una piedra sustituta, colmaba mi
interior, como un indicio. La erosión del mar, el milagro. La metamorfosis de
un Dios. Me la pegué al pecho, ya no
importaba que el barco se hundiera y que el tripulante quedara varado con los
ojos puestos sobre otra inmensidad. Había encontrado mi misión, que el absurdo,
a veces dibuja como señal.
12
Y ahora…
qué…?
El maldito
tiempo lo devora todo!, se dijo Mirna, saliendo del trabajo. Apuró el paso, debía
recoger a los niños en la escuela. El sol del verano, resplandecía como el oro,
acentuando brillos, y provocando encandilamientos, igual que, por sobre la caja
de madera laqueada, que la encegueció. Se detuvo y sin miramientos la tomó, la introdujo en el
bolso y siguió. Esto me servirá para darle un buen uso,-pensó-. Llegar a su
casa, era lo urgente. Preparó la merienda y una gran lista de obligaciones que, mentalmente surgía... todo una rutina. Qué más…? se preguntó, al instante que
visualizó el bolso que, pendía del perchero. La curiosidad la llevó a
estar frente al hallazgo. A veces las
sorpresas desdibujan la figura de lo esperado. Un crucifijo sobre la tapa
anunciaba que, la preciada forma era una urna. Temerosa, violentó su cerrojo.
Asombrada por la revelación, comprobó dentro. La bolsa plástica contenía restos
humanos. Sin dudarlo se dirigió al cementerio más cercano, exponiendo el caso
ante el cuidador. Quisiera arrojar estos huesitos en la fosa común, dijo
inocentemente la mujer. Señora! -se ofuscó el hombre- Usted sabe que esto,
puede ser penalizado?, deberé llamar a un agente policial para que se investigue,
agregó. Pero yo me encontré con la caja, y además… al muertito no lo conozco!,
lo juro! -aclaró ella-, ajena a protocolos y leyes…
Angeles
Charlyne
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