miércoles, 1 de febrero de 2012

Puertos

“Silencioso... solitario... El puerto bebe el último rocío... que un viejo navío dejó escapar... con el resto del empuje que lo llevó a desmayar en las aguas”


 La barca lanzó amarras, viajera, cansada de ahogos, se detuvo. El olor a puerto fue ruta segura para hallar calma. El viento regresó, buscándola, furioso. Celoso por demoras, soltó sus sogas. La desenfrenada nave se perdió en aguas celestes. El oleaje marino sacudió el punto casi inexistente de la silueta, envolviéndola con espumosas caricias. El puerto, amigo de soledades, lloró la infinitud de otras esperas. Algunos pescadores, cayeron como la noche, lentos, obstinados, perseverantes, aplastándose contra el muelle de la fe. Los peces picaron el anzuelo del engaño... girando como un trompo sobre el suelo de la muerte.

Angeles Charlyne
De "Siete veces 7"
Microcuentos-2003-

"Desenfreno marino" T/m- s/ paspartour

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